GRACIAS POR EL RECUERDO 32
Por Toño Carrizosa
Sí, hubo una época, aunque no lo creas, que aunque le pesaba a las
autoridades, permitieron la llegada de los astros más grandes del rock and
roll. Por ejemplo. Permitieron la entrada de Little Richard a nuestro país. Después
de presentarse en un hotel de lujo, las autoridades habían creado el concepto
de que si era un artista de trascendencia, debían de realizar una presentación
popular.
Así lo hizo, se presentó en la Alameda central, y
acudió ¡todo México! Y Little Richard no los defraudó. Cantó todos sus éxitos y
la gente estaba feliz de gozarlo en vivo en nuestro propio país. Fue 1969 un
año en donde Little Richard dejó escrito su nombre con letras de oro en el
pueblo mexicano.
Fue por 1973 cuando llegó Chuck Berry a nuestro país, para presentarse
en el Auditorio Nacional. Alternó con Los Teen Tops
y el Three Souls in my Mind entre otros artistas. Se dice que habían escogió a
los mejores rockeros para que formaran una banda de acompañamiento. Lo memorable de su
actuación fue cuando cantaba JOHNNY B GOODE pues en el momento del estribillo,
uno de los músicos le hacía un requinteo que al ídolo no le parecía y le hacía
señas para que parara.
El músico mexicano, del cual la memoria no me permite recordar quien
fue, seguía concentrado en su requinteo sin tomar en cuenta las observaciones
de Berry.
Berry seguía cantando y tocando su guitarra y el músico, con sus
floreos musicales. Molesto por que el requinteo opacaba el concepto en el que
estaba envuelta su canción, dejó de tocar su guitarra, dejó de cantar, se
dirigió al amplificador donde estaba conectada la guitarra del músico ¡Y se la
desconecto!
Después, siguió tocando y cantando su canción. Al finalizar el evento,
tras cortinas, Chuck Berry señaló que no permitía que su canción se desvirtuara
con arreglos musicales tan exagerados si la canción era sencilla y así debía
tocarse.
Algo parecido sucedió hace un par de años cuando
Berry alternó en un escenario con Keith Richard, el ex Rolling Stone. A Keith,
le desconectó la guitarra para que Berry siguiera tocando y cantando de la
manera más sencilla su canción.
Por 1989 más o menos, vino al Auditorio Nacional Jerry Lee Lewis. La
emoción entre los que sabíamos de su trayectoria era tan grande, que no dábamos
crédito a su presencia en nuestro país. Alternó con James Brown y su corte de
lambisc…o que diga, su coreografía y la gente que lo trataba como un emperador.
La tristeza y desilusión no cupo en nosotros cuando llegó un
Jerry Lee demasiado obeso, cantando
country romántico y entre corte y corte pidiendo un vaso con agua.
Mi querido amigo Armando Molina dijo que logró
colarse al camerino de Jerry Lee y le dijo: “Mr Lee usted es mi Dios” y le besó
la mano. Ok, eso lo dijo Armando.
Arte y diseño Guillermo Márquez
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